martes, 18 de noviembre de 2014

LA HISTORIA DE ESTEBAN Y SU GRAN MIEDO.


Esteban era un niño de 8 años muy aplicado y bien portado. Sus padres me lo trajeron a consulta porque en ocasiones daba lata con su hermano y últimamente había estado muy grosero. Al acompañar a Esteban, surgió otra cara de la historia...

Esteban: ¿Tú regañarías a tu hijo si no se sacara buenas calificaciones?

Gaby: ¿Tú que crees?

Esteban: Mmmmm, que no. ¿Y lo dejarías de querer si no se saca primer lugar?

Gaby: ¿Sientes que te dejan de querer si no te sacas el primer lugar?

Esteban: Obvio sí, bueno no sé; creo que no me dejan de querer, pero es que me regañan mucho, sobre todo mi papá.

Gaby: Y cuando te regaña, ¿sientes que te deja de querer?

Esteban: Es que siempre me pega y a veces me pega muy fuerte. Creo que es muy injusto. ¿Tú le pegas a tu hijos?

Gaby: ¿Qué te imagines?

Esteban: Puessss que no, ¿o si? ¡No creo! A mí me gustaría que no me pegaran. Mi mamá sí me pega pero menos, pero mi papá todo el tiempo me regaña. Dice que soy una desgracia para…

Gaby: ¿y cómo te sientes cuando te regaña así?

Esteban: Bueno, la carne ya casi no me duele porque ya tengo una táctica: me pongo duro y luego muy flojito y respiro rápido rápido. De mi mamá me escapo y cuando me alcanza pues hago lo mismo… Lo que sí me duele es el corazón.

En ese momento Esteban rompió a llorar.

En la siguiente sesión trabajé con todos: Esteban y sus papás juntos. Fue muy conmovedor ver el resultado. Ambos padres fueron criados de manera muy similar a como lo estaban haciendo con su hijo. Pudieron conectar con sus propios niños y con todo el dolor que cargaban desde hace tantos años. Se dieron cuenta de que no sabían de qué otra manera educar, pero ya no querían hacerlo de la misma manera.

Han pasado un par de meses ya y la mamá de Esteban me reporta que las cosas han cambiado mucho en su casa, aunque siguen regañando ahora lo hacen muy diferente. Esteban me cuenta que ya no siente el mismo rechazo. Ahora entiende que a veces lo regañan por lo que hace, no porque él sea malo o porque no merezca el amor de sus papás.

Este puede parecer un cambio muy pequeño, pero la diferencia es enorme.

Si no estamos aquí para sanar, crecer y ser felices, ¿para qué estamos? ¿Tú qué opinas? 

Fuente: https://www.ninosdeahora.tv/index.php/blog/noticia/131

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