domingo, 16 de octubre de 2016

LECTURA Y CULTURA EDUCATIVA

Hay que leer, eso está claro para todos. Pero quien debe impulsar a leer necesita apropiarse de una actitud profesional. Y esto está relacionado con la educación más que con la familia del que es sujeto educativo. La teoría de que la tecnología funciona como traba para la lectura no tiene validez. “Los jóvenes están absorbidos por el celular”. Hay que leer entonces en el teléfono. Tampoco es necesario leer libros completos. Hay ensayos breves, cuentos y poemas en las redes sociales. A mi edad avanzada yo leo y aprendo con lecturas digitales, encuentro lo que necesito. Necesitamos inculcar un espíritu de descubrimiento. Enseñar a investigar –si son adolescentes–, y, si son menores de edad, hay que estimularlos con acciones recreativas alrededor de la lectura.

Me interesa el papel educativo que se debe desarrollar en la primera infancia. Las anteriores y siguientes palabras me las motivan casos reales de pesadilla que ocurren por falta de profesionalización de los docentes, a quienes se les ponen clases con 40 o 50 niños y niñas en esta etapa educativa; y también por la misma falta de preparación es que echa a perder la posibilidad de atender esa edad crucial para su desarrollo.

Estas reflexiones las refuerzo con la lectura de una entrevista que se le hace a la educadora argentina Emilia Ferreiro. Ella, una revolucionaria de la lectoescritura y maestra de alcance mundial por sus conceptos novedosos en el área, a sus 80 años supera a la máquina del tiempo para ofrecer ideas esclarecedoras del presente en función del futuro.

En respuestas a Margarita Otero, Ferreiro ofrece respuestas en el actual contexto. Con la digitalización estamos revolucionando la información, “que se convierte en parte de la vida cotidiana y la escuela ni se ha dado cuenta”. Pienso que no solo la escuela, es problema social. Continúa: “Sigue habiendo una alfabetización para el pizarrón”. En fin, plantea conceptos que pueden parecer difíciles de aceptar, como el planteamiento que dice que antes de los 10 años no se les debe someter a “exámenes”, y menos priorizar en las “tareas”. Me decía una educadora, avanzada en estos temas, que ella lo comprendía bien; pero que si acataba esos principios en su totalidad, “los padres de familia sacarían a sus hijos de mi colegio”, del cual es directora. Es aquí donde se demuestra que el tema de la educación en nuestro país es un tema cultural. Si no tratamos de buscar un equilibrio nos deja la aeronave espacial de la historia, que ya no corre en tren. Aquí es donde entra la lectura como elemento de conocimiento cultural.

Emilia Ferreiro puso un ejemplo que ya sugerí hace algunos meses: “Cuando Birome inventó el bolígrafo, se pensó que la letra se iba a desmejorar y en algunos casos no fue permitido su uso”. Era una época en la que los ejercicios de caligrafía se hacían con tinta y plumilla. Lo mismo se pensó de la calculadora, “el escolar no se aprenderá las tablas, ni sabrá hacer operaciones”. Igual ocurre ahora con la computadora, sabemos su importancia los que trabajamos con ella, pero ignoramos cómo vamos a aplicar este medio en un sistema educativo.

Quizás se podría pensar que tenemos problemas más elementales que resolver, y que aun no nos corresponde correr en esa dirección. Esto no es verdad. Niñas y niños de primera infancia ya se familiarizan con estos equipos. Repito una reflexión ya reiterada: ¿Qué será del inmediato futuro de quienes desde temprano comienzan a conocer los medios tecnológicos?

Alguien me ha dicho más de una vez que cuando hablo de estas cosas es porque estoy pensando en sectores privilegiados que tienen accesos tecnológicos. Es falso, aun las personas más humildes cuentan con un teléfono y chatean, se arriesgan incluso en los buses. “A veces son más modernos que los que uno como universitario usa”, me decía un profesional. La clave es cómo orientar su uso en favor del desarrollo personal educativo.

La velocidad de la inventiva informática no permite decir que el presente es también futuro. Hoy nos preocupan los medios electrónicos. Pero lo que hubo 25 años atrás no significa nada comparado. Y menos lo que tendremos dentro de 10 o 20 años. Si es que no sufrimos una hecatombe mundial donde solo sobrevivirían las cucarachas y las bacterias. Y para no ser tremendistas pensamos en que los robots que puedan replicarse, de modo que ellos mismo podrían multiplicarse, no necesitarán del ingenio humano.

Continúo con Emilia Ferreiro. Si leo, puedo escribir lo escrito. Las ideas no nacen de la nada, es un asocio de aprendizajes. Si leemos, aprendemos. Y no solo literatura, también temas científicos. El texto pedagógico, y en general los humanísticos, entran en esa categoría que ella pide.

Un reto que tiene el maestro es “comportarse como lector”, dice Ferreiro “descubrir el misterio que hay dentro de un libro”. También piensa en la lectura digital. Para leer no hay contradicción con el uso de medios digitales.

En los tiempos de Maricastaña, cuando cursaba el segundo grado, el maestro nos leyó “Corazón”, de Edmundo de Amicis. Estaba en una escuela pública de una ciudad calurosa, como San Miguel; pero así supe que existían la nieve y los juegos de los niños con bolas de nieve. Ahora la tecnología nos ofrece el mundo del conocimiento en las manos. Leer de todas las modalidades dice Emilia Ferreiro: “La experiencia de escuchar leer en voz alta para entender ese mundo insólito”, afirma en su entrevista. El mundo de todos, pero dividido, digo.

“Leer desde la primera infancia”, así supo de “los misterios de la lectura”, dice Ferreiro o de la maravilla de leer. “El placer por la lectura entre los chicos es lo primero que se logra”.

Pero si el maestro se deprime ante dificultades apocalípticas del pesimismo, si no cree en mejorías educativas, es porque carece de aptitud profesional, desconoce el privilegio de educar. El reto será entonces formar nuevos docentes. Nueva cultura escolar hace nueva sociedad. Si no encontramos el camino correcto entre las incertidumbres, las presentes generaciones tendrán que construir lo apropiado.


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