domingo, 16 de octubre de 2016

TECNOLOGÍA, LIBROS Y GLOBALIDAD CULTURAL.

Entre preguntas usuales que se me hacen es si la tecnología de la información significa abandono de los hábitos lectores en los jóvenes, si es causa de disminución de usuarios en las bibliotecas. La pregunta no es fácil de responder. La conducta lectora se forma desde la primera infancia y si antes hubo otros medios de distracción como el cine, ni la TV y ahora los nuevos dispositivos tecnológicos, los vacíos en lectura y libros no podemos achacarlos a la modernización informativa. La actitud de enfrentamiento en contra del libro depende del sistema educativo. También de la familia. Responsables de orientar y limitar la mera recreación en los medios tecnológicos en recursos de información y conocimiento.

Por supuesto que necesitamos capacitarnos en nuevas tecnologías, especialmente si vamos a ser docentes y comunicadores. El papel de las tecnologías de la comunicación podría asemejarse a la invención de la imprenta, el lápiz, la pluma fuente, el bolígrafo, la máquina de escribir, que han sido los primeros pasos para una comunicación democrática, amplia, hasta abrirnos al mundo.

¿Disminuye la tecnología el acceso al libro? El problema no está en las bibliotecas sino en cómo el sistema educativo, incluyendo familia, es responsable de orientar al niño y la niña al ámbito lector. Tanto bibliotecas nacionales y públicas realizan una función educativa estimulando la investigación y ofreciendo a niños y niñas la maravilla de leer. Si hay grandes vacíos no los podemos achacar a la modernidad informática y verla como el obstáculo para atraer hacia la lectura.

Actualmente se da la aparente contradicción entre libro digital y libro analógico (soportado en papel); ambos, con el tiempo, se irán conjuntando para borrar diferencias y recurrir a nuevas modalidades. Los que debemos cambiar somos los formadores de nuevas generaciones, no cerrar los ojos ante las tecnologías. Es porque la digitalización documental no solo es negativa sino que preservaba la riqueza patrimonial del documento.

Nosotros no quisimos quedarnos atrás y la Biblioteca Nacional de El Salvador fue la séptima en Iberoamérica en ingresar a la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano, entidad que facilita el acceso a la bibliografía patrimonial a los miles de nacionales que se encuentran en otros países: Australia, o Canadá, o Europa, donde siempre habrá salvadoreños. Sin libro digital esto sería imposible. (A dicha biblioteca se tiene acceso por Google: escribir nombre completo de dicha biblioteca, que nos remitirá a la Biblioteca Nacional de España; aquí hacemos clic en la palabra “participantes” (parte superior derecha) y nos lleva a los nombres de países, se hace clic donde dice El Salvador. Y listo. De esta manera enriquecemos la posibilidad de información y conocimiento al “hermano lejano y olvidado”.

Sobre la digitalización bibliográfica debemos agregar que la Biblioteca Nacional pertenece al Consorcio de Bibliotecas Universitarias de El Salvador (CBUES), que tiene otro portal llamado REDICCES, donde se participa con libros digitales junto a las universidades asociadas en el Consorcio. Debemos agregar que el CBUES permite la existencia de Recursos Electrónicos: libros digitales científicos con cientos de libros y revistas actualizados de acceso público.

En el caso del Archivo General de la Nación, con parentesco cercano a la Biblioteca Nacional, está sujeto a leyes relacionadas con instituciones de todo el país, por lo cual se vuelve complejo modernizar su riqueza; sin embargo, ya se está trabajando en la gestión documental y administración de archivos; esto incluye decenas de capacitaciones en organismos gubernamentales. Se trata de un proceso que incluye avanzar en el sistema de acuerdo a necesidades institucionales de dar facilidades informativas. El proceso es correcto en estas entidades documentales y bibliográficas, aunque hay que enfrentarse con el temor al cambio. Igual podemos decir de las bibliotecas públicas, la necesidad de integrarse en una red bibliotecaria comunitaria y estatal.

Convivimos y sobrevivimos en el “siglo de la información y el conocimiento” que nos ubica en el mapa humano y mundial, sin distinción de potencias mayores o menores. Solo ha pasado una década paras avanzar en depósitos digitales del tamaño de un dedo, donde cabe gran parte de la historia digitalizada de la humanidad. La informática cada año nos introduce invenciones que parecieran introducirnos a una realidad mágica.

Estos fenómenos de la modernidad me llevan a mi adolescencia, cuando leí al argentino Hugo Wast, con varios libros de gran circulación (recuerdo “Flor de Durazno”, 1911; y “El Camino de las Llamas”, 1930; una literatura sureña cuyos contenidos dan salto en el tiempo con la aparición de “Rayuela”, 1963, de Julio Cortázar; para mostrarnos una Argentina de raíces europeas.

Igual decimos de Colombia: Jorge Isaacs con “ María”(1867), novela preferida de los años jóvenes de mi madre. Un romanticismo jubilado, pese a ser escrita por un poeta, político y soldado. De ahí se salta a José María Vargas Vila, el rebelde y de literatura atrevida, además de político y periodista, produjo tormentas ante un contexto conservador con sus novelas “Aura y las Violetas” (1889) y “Flor de Fango” (1895). En el tiempo siguió La “Vorágine”, de José Eustacio Rivera, la novela de la hacienda y la barbarie selvática; hasta aparecer el realismo mágico de García Márquez para posesionarse de las editoras mundiales.

Igual ocurrió en México: de Mariano Azuela y Martin Luis Guzmán, hasta aparecer Carlos Fuentes, que bajó de los caballos a los personajes novelísticos de los dos primeros y los subió a otra realidad: revolucionarios montados en Mercedes Benz, Cadillacs y Maseratis. La modernidad exigía otro descubrimiento de América Latina que se hizo por el camino cultural con sus credenciales de desarrollo.

También está el caso de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, le dieron tanta relevancia a Chile como le podían dar los economistas llamados “Chicago boys”. La imagen de un país es fundamental donde tanto economía y cultura se vuelven globales.

Y frente a estos procesos surge la tecnología de la información, cuyos avances se remontan, en solo una década, por sobre cientos de años del pasado. Y el desarrollo humano y tecnológico es incontenible. No cerremos los ojos.

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